La paz de Colombia la salvo el nobel de Oslo

Por Arnoby Betancourt

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Acababa de pasar un plebiscito y una enorme cantidad de colombianos votantes que lo habían apoyado cayeron en profunda depresión, al ver que por una pequeña diferencia, 0.43%, se habían derrumbado las posibilidades añoradas por años. 

En medio de esta crítica situación, el 7 de octubre se le otorgó el Nobel de Paz al presidente Juan Manuel Santos. Sinceramente, para muchos esta fue la nota salvadora de un proceso que se vio perfectamente sepultado porque los del ‘No’ actuaron, algunos de ellos, como si se hubieran ganado la Presidencia del país.
Solo gracias al Nobel se pudo reiniciar un proceso de negociación que, como era de esperarse, no satisfizo ni al expresidente Uribe ni a sus seguidores, pero que sí fue bueno para el país. El Acuerdo 2, firmado el 24 de noviembre, recogió sugerencias válidas y posibles del ‘No’, y de esta manera se enriqueció este Acuerdo.
Kaci Kullman Five, la coordinadora del Comité, afirmó que este premio había sido otorgado al presidente Santos “por sus decididos esfuerzos para acabar con los más de 50 años de guerra civil en el país, una guerra que ha costado la vida de al menos 220.000 colombianos y desplazado a cerca de seis millones de personas”.
Es decir, Oslo leyó perfectamente el difícil momento por el cual atravesaba el país. Con todas las limitaciones que pueden tener toda negociación, y la de Gobierno-Farc no es la excepción, la verdad es que el bien supremo de nuestro país es la paz con el mejor Acuerdo posible, como han reiterado sus negociadores. Los que creemos que el proceso de paz empezó, solo nos queda darle gracias al Comité Noruego de Oslo por su oportuno apoyo a esta causa.
Sin duda fue premio muy merecido. Como en su oportunidad señaló el Papa Francisco, Juan Manuel Santos fue capaz de jugar todo su capital político en este quehacer pues a pesar de las vicisitudes logró finalmente un Acuerdo de Paz que el Congreso colombiano ratificó en su inmensa mayoría. Para algunos, sin embargo, en el colmo de la mezquindad, fue el resultado de una negociación y una compra de merecimientos con los noruegos.
Silenciar los fusiles no es poca cosa. Gran parte del pueblo colombiano, acostumbrado a escuchar durante años noticias de una guerra interminable, comienza a asimilar la ausencia de esas noticias y a identificar la paz como un hecho real: sin muertos, heridos, ni plagiados y también sin falsos positivos. Para las víctimas, los que sufrieron en carne propia esos tristes hechos, la paz comienza a vivirse directamente.
Después de mucha incertidumbre y discusiones jurídicas complejas en la Corte Constitucional, la guardiana de la Carta Política decidió, 48 horas después del Nobel al presidente Santos, dejar en firme el Acto Legislativo para la paz, lo que en la práctica significa que el Gobierno y los partidos afines al proceso con las Farc en el Congreso tienen herramientas extraordinarias para implementar lo pactado.
El alto tribunal colombiano determino que la refrendación en el Congreso era válida y por lo tanto el “fast track” podrá ser usado por el Gobierno para el desarrollo legislativo del Acuerdo Final con las Farc, es decir, que esa Ley podría estar aprobada en dos semanas.
“En un momento en que nuestro barco parecía ir a la deriva, el Premio Nobel fue el viento de popa que nos impulsó para llegar a nuestro destino: ¡El puerto de la paz! El sol de la paz brilla, por fin, en el cielo de Colombia, ¡Que su luz ilumine al mundo entero!”, había manifestado Juan Manuel Santos.
arnoby@elhispanonews.com

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