Putin, cada vez más cerca del poder estadounidense

Por Arnoby Betancourt

REX TILLERSON Y VLADIMIR PUTIN.

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En los días, 9 y 10 de diciembre, los periódicos The Washington Post y The New York Times afirmaron que la CIA ha llegado a la conclusión de que el gobierno ruso quiso ayudar al magnate republicano Donald Trump a ganar las presidenciales publicando los correos electrónicos robados. 

El Post señala que el FBI no tiene claro los motivos de los ciberataques, mientras que el Times revela que Rusia también pirateó ordenadores del Comité Nacional Republicano.

El presidente Barack Obama quiere esclarecer antes de abandonar el cargo el papel de Rusia en la victoria del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre. Una asesora del demócrata Obama, el pasado viernes, develó la intención de conocer qué ocurrió exactamente durante la tormentosa campaña electoral, y qué lecciones pueden extraerse.

La publicación de correos electrónicos robados dañó a la campaña de la candidata demócrata, Hillary Clinton. Los servicios de espionaje ven la mano rusa detrás de la operación.

Y precisamente, esta semana, Donald Trump, anunció el nombramiento del empresario Rex Tillerson, director gerente del gigante petrolero ExxonMobil y hombre de numerosos contactos con Rusia, para ser su Secretario de Estado.
Con el nombramiento de Tillerson, de 64 años, “los estadounidenses vuelven a tener un líder de clase mundial trabajando por ellos” y es además la “encarnación del sueño norteamericano”, señaló Trump en una nota oficial.
El nuevo secretario de Estado, quien dirigirá la diplomacia de EE.UU., nunca ha trabajado para el gobierno. Es ingeniero, gran negociante y tiene muy buenas relaciones con el Kremlin, con el que Trump desea mejorar los vínculos.
Su relación con Putin aparentemente fue la clave para ser escogido por Trump, ya que el presidente electo desea mejorar las relaciones con Moscú, que se deterioraron gravemente a partir de 2014 tras la anexión de Crimea.

Sin embargo, esa relación también puede convertirse en un problema cuando el Senado vote si confirma o no a Tillerson, en un contexto marcado por la convicción de la inteligencia estadounidense sobre la interferencia de Rusia para ayudar a Trump a ganar las recientes elecciones presidenciales.

Tillerson “ha tenido más tiempo de relaciones con Vladimir Putin que cualquier otro estadounidense, con excepción de Henry Kissinger”, dijo John Hamre, del grupo de análisis Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, que tiene al petrolero como uno de sus principales donantes.

Y si Trump considera a Tillerson un hombre dinámico y capaz de obtener resultados, críticos que van desde pesos pesados como el senador conservador John McCain a defensores del medio ambiente tienen una larga lista de preocupaciones.

En esa lista, el hecho de poner a un empresario petrolero en un puesto clave para negociar acuerdos sobre cambio climático ocupa un lugar en el tope de la lista. McCain dijo el lunes que los lazos de Tillerson con Putin son “una fuente de preocupación”. “Tengo que examinarlo. Vladimir Putin es un matón y un asesino, y cualquiera que lo describa de otra forma está mintiendo”, comentó McCain.

Tillerson y Putin se conocieron en la década de 1990 cuando el ingeniero estadounidense supervisaba un proyecto de Exxon en la isla rusa Sajalín, y esa relación se fortaleció después de que Boris Yeltsin renunció al poder en 1999 y Putin arribara al Kremlin.

Esa relación fue coronada con un histórico acuerdo firmado en 2011 entre Exxon y la gigante rusa de energía Rosneft para realizar exploración y perforación en el Ártico ruso y en Siberia.

El acuerdo fue estimado inicialmente en 3.200 millones de dólares pero podría generar hasta 500.000 millones de dólares en ganancias según el tamaño de los descubrimientos.
Pero todo el acuerdo se encuentra congelado a raíz de las sanciones económicas adoptadas por Estados Unidos contra Rusia.

Tillerson, quien fue condecorado con la orden rusa de la Amistad, dejó en evidencia su furia por las sanciones durante una reunión con inversionistas en 2014. “Siempre tratamos de impulsar a las personas que toman estas decisiones a que consideren el muy amplio daño colateral y a quién están realmente afectando con las sanciones”, dijo.
Rex Tillerson nació en Wichita Falls, Texas, pasó toda su carrera en Exxon, donde ingresó en 1975. Llegó a ser director ejecutivo en 2006 y tenía previsto retirarse en marzo próximo. Su visión de la política externa es prácticamente desconocida, aparte del hecho de que es un defensor del libre comercio.

Entre los temas fundamentales que lo aguardan como secretario de Estado, deberá encargarse del acuerdo con Irán sobre su política nuclear. También tendrá que vigilar la aplicación de las sanciones a Rusia, y administrar los desencuentros con China y el interminable conflicto en Siria.

Sus acciones con relación al cambio climático serán también acompañadas con atención, después que se negó a recortar inversiones en la búsqueda de nuevos yacimientos de crudo. Varios estados, incluyendo Nueva York, están procesando a ExxonMobil con ayuda de activistas medioambientales por aparentemente engañar al público sobre la responsabilidad de los combustibles fósiles en el calentamiento global.

Su nombramiento es “incomprensible”, expresó el grupo ambientalista 350.org. La posición de Tillerson como accionista de Exxon, donde posee unos 150 millones de dólares en títulos de la empresa, también presenta un conflicto de intereses, ya que sus decisiones como jefe de la diplomacia podrían afectar el precio de las acciones. Si las sanciones contra Rusia resultan eliminadas, las acciones de ExxonMobil deberán aumentar explosivamente.
arnoby@elhispanonews.com

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