En perspectiva

Por Claudia Herrmann

Joseph Goebbels

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Como mencioné la semana pasada, vivimos en una era en donde los once principios de la propaganda del ministro de propaganda de Adolf Hitler y padre de la desinformación, Joseph Goebbels, aún son ferozmente aplicados, a la letra. Y no nada más en el ámbito político. Estos principios que fueron inventados hace más de setenta años por Goebbels se han trasladado, consciente o inconscientemente, a una enorme parte los ámbitos del quehacer humano: la mercadotecnia y el envío masivo de mensajes vía el ciberespacio, mediante los medios sociales. ¿Cuáles son estos principios?

1. Principio de simplificación y del enemigo único: adoptar una única idea, un único símbolo e individualizar al adversario en un único enemigo (¿suena familiar ésto de que los mexicanos despojan de su trabajo a los norteamericanos?)
2. Principio del método de contagio, consistente en reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada (decir “mexicanos” para designar a todos los latinoamericanos).
3. Principio de la transposición que pregona cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque (es decir, si no se pueden negar las malas noticias, inventar otras que las distraigan).
4. Principio de la exageración y desfiguración; que proclama el convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave (¿el cuento de que los mexicanos son violadores y criminales?)
5. Principio de la vulgarización, que establece que toda la propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. Según Goebbels, la capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar. Por ello, el mensaje debe ser para personas con un coeficiente intelectual bajo.
6. Principio de orquestación, que propone que la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas.
7. Principio de renovación, que establece que hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8. Principio de la verosimilitud, según el cual se deben construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias.
9. Principio del acallamiento: silenciar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigarse en actitudes primitivas (la tan traída y llevada supremacía blanca, ahora lamentable y estridentemente esbozada por personajes públicos).
11. Principio de la unanimidad, que orquesta acciones para llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.

La desinformación empeorará antes de que encontremos un antídoto eficaz. El tono actual en la política es uno de gritos, desinformación, mentiras falaces y “trolling” o esa perniciosa conducta consistente en la absoluta destrucción de la reputación de una persona en los medios sociales. Es un tono que han impuesto los medios sociales, sin lugar a duda. Ahora que todo el mundo puede convertirse en reportero de sus propias noticias. En algún momento espero que los medios de comunicación vuelvan a ser el ícono de la verdad y la confiabilidad que alguna vez fueron y que, encontrando ese fino equilibrio entre la libertad de expresión y el respeto al derecho ajeno, los medios sociales dejen de ser vertedero de inmundicias cibernéticas.

Hasta la próxima y buena suerte. Claudia Herrmann es Presidente de la Asociación de Mujeres Empresarias y Profesionales de Dallas cherrmann@amepusa.org

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