El presidente Trump despertará a un México grande otra vez

“Por fin, a principios de agosto de 1966, Mercedes y yo fuimos a la oficina de correos de la ciudad de México, para enviar a Buenos Aires la versión terminada de Cien Años de Soledad, un paquete de 590 cuartillas escritas a máquina, a doble espacio y en papel ordinario y dirigidas a Francisco Porrúa, director literario de la editorial Suramericana”. Extracto del discurso de Gabriel García Márquez

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ARNOBY BETANCOURT
Director de la
Escuela Comunitaria de Derechos Humanos de Texas

Un colombiano inmenso gracias a México. “Por fin, a principios de agosto de 1966, Mercedes y yo fuimos a la oficina de correos de la ciudad de México, para enviar a Buenos Aires la versión terminada de Cien Años de Soledad, un paquete de 590 cuartillas escritas a máquina, a doble espacio y en papel ordinario y dirigidas a Francisco Porrúa, director literario de la editorial Suramericana”. Extracto del discurso de Gabriel García Márquez en su homenaje en Cartagena durante la jornada inaugural del IV Congreso Internacional de la Lengua Española.

Si hay un país de Latinoamérica que sabe de agresiones internacionales ese es México. Los que asistieron al Zócalo el 14 de septiembre de 1847, tuvieron que presenciar, impotentes, la soberbia entrada del general Winfield Scott con sus tropas a la Plaza Mayor de Ciudad de México, y la izada de la bandera norteamericana en la parte más alta del Palacio Nacional. 20 años después, con el apoyo de Francia, un anacrónico emperador austriaco de la casa de los Hansburgo, acompañado de su caprichosa esposa, desembarcaba con toda la pompa en el puerto de Veracruz para dominar su territorio.
En México, buena parte del nacionalismo se cocinó con el fuego de las invasiones. Los Estados Unidos y la relación de odio y deseo que siempre han mantenido los mexicanos con este territorio, han sido fundamentales en la construcción de referentes de unidad nacional. La cosa no parece ser diferente ahora. La manera soberbia con la que Donald Trump ha encarado las relaciones entre los dos países recuerda mucho del viejo estilo de la política imperialista del siglo XIX. Pero quizá, en medio de toda esta aberrante manera de asumir las relaciones internacionales, México podría sacar algo de provecho apoyado en los referentes culturales potenciados por la Revolución. Es posible que en la Revolución Mexicana, con sus aciertos y desaciertos; con su simbología cargada de soldaderas y adelitas, de zapatistas y villistas, de nacionalización petrolera y maestros rurales, de cine y corridos, de cómic y radionovelas, la nación pueda encontrar la lucidez para enfrentar los nuevos tiempos.
La estrategia debe ir más allá de rodear a la figura desdibujada del presidente Peña Nieto, quien salvo por el hecho de que Trump se le está metiendo sin el menor disimulo al rancho, compartiría plenamente la manera de éste de hacer política. De lo que se trata, en medio de la difícil coyuntura, es de repensar al país. Pensar, quizás, en opciones más allá de los partidos tradicionales, y revisar cuáles son las fallas estructurales que hacen que Estados Unidos resulte tan atractivo para una considerable cantidad de mexicanos que se arriesgan a cruzar la frontera como indocumentados.
Tal vez es el momento de que los mexicanos canalicen el odio y el desencanto por la forma irrespetuosa como el “hombre mostaza” se refiere a su país, en un movimiento nacional que se convierta en alternativa política. Capaz de crear el liderazgo que la indignación y el hartazgo por los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos no logró generar. Como en los viejos tiempos, cuando las amenazas extranjeras fortalecieron la nación, es posible que Trump y su accionar vergonzante terminen por generar la alternativa política que bastante falta le hace a México. Y, tal vez, quien se haría grande otra vez sería México. (Gabriel Ortiz, El espectador de Colombia)
arnoby@elhispanonews.com

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