La reacción a las supuestas declaraciones del presidente Donald Trump, donde se alega que calificó de “Shithole” ciertos países ha despertado histeria entre los grupos liberales y es probable que quizás usted que me lee se haya sentido ofendido, porque a pesar de que tuvo que salir de su país y venir a buscar oportunidades a Estados Unidos, sigue amando a la tierra que le vio nacer.
Sin embargo, un análisis desapasionado de la realidad histórico de muchos países del mundo, y yo diría de la mayoría, demuestra que en realidad son “shitholes.”
En África guerras tribales y religiosas, limpiezas étnicas y gobiernos extremadamente corruptos controlan más de la mitad del continente.
En Angola, que obtuvo su independencia en los años setenta después de una guerra civil que dejó miles de muertos, el partido MPLA, ha controlado desde entonces el país. La hija del presidente es una de las africanas más ricas junto a los jerarcas del gobierno. El pueblo vive en una miseria aplastante.
Yemen y Somalia, para sólo mencionar dos países viven en medio de una cruenta guerra civil con miles de refugiados huyendo del país.
Sudán, Camerun, Burkina Faso, Congo, Costa de Marfil, y otro decena de naciones africanas sufren una enorme desigualdad social, alto desempleo, abusos de poder, y corrupción rampante.
Si vamos a nuestro continente, el cuadro en algunas naciones es desolador, El Salvador, Guatemala y Honduras sufren de una ola de violencia extraordinaria y los Centroamericanos se han visto forzados a huir en masa de sus países.
La violencia en México ha dejado 200 mil muertos en un lapso de diez años… y a pesar de diferentes experimentos partidistas, la desigualdad social sigue creciendo.
Cuba se mantiene con un gobierno comunista desde hace casi sesenta años, mientras que Haití es víctima no sólo de los efectos del huracán, pero de una historia sangrienta de dictaduras y malos gobiernos.
No creo que sea necesario continuar la lista.
Podemos sugerir que quizás, los planteamientos que se alegan hizo el presidente norteamericano no son los más respetuosos y, definitivamente hieren susceptibilidades. Pero hay veces en que es necesario sacudir el árbol a ver si caen los frutos.
Al final, creo que es menos importante evitar herir sentimientos, que llamar las cosas por su nombre, aunque sea vulgar.
Digo, a ver si por lo menos reaccionamos y comenzamos a asumir posiciones que ayuden e mejorar la situación en nuestros países y que lleguemos a un punto en los cuales nos veamos obligados a dejar nuestra cultura y nuestras raíces en busca de oportunidades prestadas por el vecino del Norte.
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