PABLO MILANES, EL GUITARRISTA DE HAMELIN

Pablo Milanes,junto a Silvio Rodriguez, Fidel Castro y otro,personaje sin identificar

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¿Por qué otro cubano tendría que escribir de nuevo sobre la muerte de Pablo Milanés cuando otros compatriotas ya lo han hecho tan preclaramente?

Por muchas razones, aunque había decidido no hacerlo.

Primero, porque nuestros hijos, sus hijos, y las futuras generaciones de cubanos escucharán “Yolanda”, “Para Vivir” o “El Breve Espacio en que no Estás”, que tienen un lugar en la música cubana por derecho propio. Nos toca ponérselas en contexto.

A quienes no nos hemos unido al coro funerario, nos han llamado extremistas, intolerantes y en el mejor de los casos, detractores. Entonces, también nos toca responder.

Muchos han pedido respeto para el dolor de su familia. De acuerdo, es lo correcto, pero me pregunto dónde queda el dolor de las familias de los miles de víctimas de los fusilamientos sumarios, de los ahogados en el Estrecho de la Florida, de los pilotos derribados de Hermanos al Rescate, de los condenados a treinta años por pensar diferente, de los golpeados y humillados en miles de actos de repudio, de los adolescentes enviados como carne de cañòn a la cruzada africana, solo por mencionar los crímenes que han impactado a más familias cubanas.

Aquellos que tuvieron la insolente idea de convocar a una “Vigilia-Cantata” en la Ermita de la Caridad, están escupiendo en la cara de esas víctimas causadas por el régimen que Milanés promovió, y de lo que nunca se arrepintió, en el mismísimo corazón del exilio cubano.

No se vale.

Otros fueron más modernos. Convocaron a un “Para-Vivir-Global-Challenge-en-la-Celebración-de Thanksgiving”. Welcome to America, porque escupir por Facebook es más higiénico.

Como en esta tierra de libertad, no en Cuba, todos tenemos derecho a nuestra propia opinión, pero no a nuestros propios hechos, respondo a esas opiniones de mis paisanos con hechos.

Pablo “despertó” y criticó al régimen.

Pablo criticó algunos métodos, al mejor estilo de una reunión de “rectificación de errores” del Comité Central, filtrada intencionalmente en uno de esos videos para militantes del partido, pero en una entrevista de televisión en Miami en 2011, cuando democráticamente le permitieron cantar en el Américas Airlines Arena, tuvo la desfachatez de decir que “el exilio histórico estaba caduco, porque el socialismo cubano podía ser mejorado”.

Después de 32 años de la caída del Muro de Berlín, más cubanos muertos, y mil varas de hambre del Periodo Especial, que él no sufrió, Milanés era el hijo legítimo de aparear al Mijaíl Gorbachov de 1985 con la ya anunciada apertura-a-cambio-de-nada de Obama de 2015. Para Pablo era, mantener esa gloria, o hundirnos en el mar.

Nosotros, no la nomenklatura, ni los sicofantes como él y Silvio Susurro Rodriguez.

“Pablo se negó a firmar la carta del fusilamiento de los tres jóvenes en 2003.”

Cierto, del lobo un pelo, pero en 2006, después de esos fusilamientos, de las condenas de la Primavera Negra y de los niños asesinados en el Hundimiento del Remolcador, le dedicó un concierto al Causante en Jefe de tales hazañas, al que nunca se atrevió a responsabilizar por sus crímenes.

En este orgásmico mar de lágrimas colectivo, en el que hasta Willy Chirino, Leoni Torres y el inevitable Alexis Valdés se han tirado de pecho, hay quienes lo han comparado con Celia Cruz y han dicho que “Pablo es Cuba”.

Dos años después de las patadas en el culo de “!!Que se vaya la escoria!!”, Pablo proclamó ¡Yo me quedo!!, y dijo que jamás podría pisar tierra firme porque lo inhibía.

Se fue a vivir a Galicia, no se atendió en el flamante Hermanos Ameijeiras de la potencia médica, ni en el Cira García o el Cimeq, murió en Madrid y pidió ser enterrado allí, por lo que dejó con las ganas a los que esperaban Segunda Piedra al lado de Papà, o al menos un humilde nicho en el Panteón de las Fuerzas Armadas de Colòn y Zapata.

Pablo no es Cuba, ni es Celia Cruz, es la encarnación de Fidel Castro en un cementerio madrileño.

“Pablo denunció la represión del 11-J”

No le quedó de otra, después de que las imágenes de cientos de miles de cubanos en las calles pidiendo libertad, muertos, sangrientas golpizas y encarcelamientos de mujeres y niños le habían dado la vuelta al mundo y revolcado más de un curtido estómago marxista.

Cuando no había Facebook, ni conexión a internet en Cuba, y Granma y el Menticiero aún tenían el monopolio de la verdad, Pablo hizo la vista gorda olímpicamente a tantos abusos y crímenes que sería imposible enumerarlos aquí, pero que eran archiconocidos hasta por los animales del Zoológico de 26.

“Pablo denunció su internamiento en la UMAP”

En 2020, después de más de medio siglo de cobarde silencio, Milanés se sacó la espina en un documental de Juan Pin Villar, donde milagrosamente llama a las cosas por su nombre y describe los internamientos de 1965-1967 como “brutales campos de concentración para despreciables”.

Cinco años antes, en Febrero de 2015, el oficialista Mauricio Vincent lo entrevistó para El País y se atrevió a preguntarle sobre su reacción a la experiencia de la UMAP. “Entendí que había que defender la idea original, y aun la defiendo. Asumo mi pasado y tengo claro lo que pienso”, fue su respuesta.

Genial!!, después de sufrir en carne propia el horror del régimen, Milanés tomó revolucionariamente su guitarra y como el Flautista de Hamelin, emprendió una abyecta campaña continental de varias décadas para arrastrar a miles y miles de jóvenes latinoamericanos hacia la luminosa propuesta del Gulag guevarista que él había padecido.

“No se le puede pedir a una guitarra lo que 11 millones de cubanos no han hecho”

Once millones de cubanos no hicieron una carrera artística internacional, con todos sus beneficios financieros y prebendas de todo tipo, promoviendo durante décadas consecutivas a la satrapía que ha causado su desgracia, y lavándole gustosamente la imagen y la sangre de todos sus crímenes.

Pero el relativismo moral con el que muchos cubanos han manejado la muerte de Milanés no es nuevo.

Es el resultado de 64 años de la distorsión absoluta de todos los valores éticos y morales y la consagración de la cultura del todo vale. Se vale haber apoyado al régimen, haber sido militante, chivato, policía, seguroso, o lo que sea, porque todos gritamos “Seremos como el Che!!” fuimos a la universidades del sistema, y porque no había, ni hay más ná.

Es también la muestra de que la nueva generación de konsomoles “de izquierda” de Patria y Vida, cree que la represión empezó después del periodo especial en que ellos nacieron, o que la inventò Diaz Canel, y que antes, la revolución era algo medio romántico en el que sus padres se involucraron por altruismo o lavado de cerebro, pero que se echó a perder por el camino.

Esos jóvenes, que en el último concierto de Pablo en Cuba, en junio de 2022, no tuvieron reparos en acurrucarse obedientemente bajo una imagen gigante del Carnicero de la Cabaña presidiendo el Coliseo de la Ciudad Deportiva, mientras las madres de los jóvenes del 11J eran reprimidas por los esbirros.

Me pregunto si tenemos que explicarles que el horror es exactamente el mismo desde enero de 1959.

El funeral de Milanés es el de la época a la que èl le puso banda sonora, como acertadamente dijo el Puesto a Dedo, pero es también el preludio de lo que se nos viene encima, aun cuando la pesadilla no ha terminado y ya queremos borrar la cinta.

Si los cubanos TODOS no hacemos un examen de conciencia individual y nacional, asumimos lo que nos toca, llamamos a las cosas por su nombre y no hay una reparación, aunque sea simbólica, para los miles de víctimas del régimen y sus familias, Cuba nunca tendrá sosiego, porque no puede haber paz ni perdón si no hay justicia.

Humberto Castro-Cruz, 25 de Noviembre 2022

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