MEXICO.- El año 2017 pasará a la historia abanderado por una figura polémica, controversial, irónica y fuera de los moldes del político tradicional.
El pasado mes de enero, Donal Trump tomó las riendas del país más poderoso del mundo cargado con una agenda que impactó no solamente a los Estados Unidos sino al mundo entero.
Dentro de todas sus iniciativas políticas, una de las que más generó un impacto con su vecino país del sur –México- fue sin duda su política migratoria. Desde la controversial decisión de amurallar la frontera del sur, hasta su decisión de hacer más complicado el proceso de ingresar a Estados Unidos, conseguir una visa o iniciar un proceso masivo de deportaciones de inmigrantes indocumentados.
Recién tomado el mando, Trump no se anduvo con las andadas. Emitió un decreto prohibiendo la entrada de ciudadanos de algunos países musulmanes, cuestión que fue después vetada por la justicia estadounidense. Después, se lanzó de lleno en su afán de quitar la oportunidad de quedarse en Estados Unidos a los conocidos ‘dreamers’, jóvenes que llegaron a ese país cuando eran unos niños y prácticamente han pasado toda su vida creciendo e interactuando en la sociedad estadounidense. Cientos de miles de jóvenes están en peligro de migrar a sus países de origen, un lugar en el que serán unos extranjeros, ya que, nunca han vivido ahí.
De igual manera, revocó el TPS a los nicaragüenses y prolongó la agonía a los hondureños y salvadoreños.
La migración, lejos de encontrar una salida, se ha convertido en un tema que ha enfrentado a diversos sectores estadounidenses.
Desde su campaña, el ahora presidente Trump, advirtió que teminaría con uno de los cimientos de su antecesor, Barack Obama. El llamado Obamacare se ha colocado en el ojo del huracán y ha llevado al Confreso y al Senado las iniciativas para derogarlo o modificarlo. Y respecto al medioambiente tampoco se ha quedado corto, pues en los 11 meses que lleva en el poder decretó la mayor reducción de reservas naturales en la historia de Estados Unidos, desmontó la política de Obama contra el cambio climático y suspendió varias normas relacionadas con la protección ambiental.
En cuanto a su política internacional, la nueva política aislacionista de Estados Unidos generó fricciones con la comunidad internacional por su retiro del Acuerdo de París, la declaración de Jerusalén como capital de Israel, y amenaza creciente de una guerra nuclear con Corea del Norte.
Mientras en el plano doméstico, la errática Administración Trump sigue bajo asedio por las investigaciones por sus supuestos vínculos con Rusia, durante la campaña electoral.
Trump obtuvo una aprobación del 33%, según la firma Gallup en Estados Unidos, la más baja hasta ahora obtenida por un presidente moderno en ese país.
En política exterior, Trump sigue siendo Trump: una incógnita. Con Cuba ha dado marcha atrás a acuerdos suscritos por Obama y la Isla, y hace unas semanas ha incendiado Medio Oriente al declarar Jerusalén capital de Israel.
Ante diversas especulaciones sobre una posible destitución –nada creible- se espera que el 2018 continúe en la misma línea, ya que hay decisiones muy importantes en todos los rubros que deberán concretarse en los próximos meses.
¿Logrará un acuerdo con el Congreso para reunir los fondos necesarios y así construir el llamado Muro en la frontera? A cambio, ¿acordará dar el alivio migratorio a los ‘dreamers’?
El escándalo del ‘rusiagate’, ¿lo orillará y perjudicará su mandato?
¿Escalará una guerra con Corea del Norte?
Estas y más preguntas flotan en el aire.
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