El Grand Canyon en tiempos de COVID-19

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Por marcos Nelson Suarez
Fotos Duenpen Sringam

de

La majestuosidad escénica es incomprable. Foto de Marcos N. Suárez.

El virus COVID-19 ha sido un desastre para la economía y para nuestra vida social. Decenas de Estados se encuentran en cuarentena, con cines, parques de diversiones , museos y restaurantes funcionando de manera limitada o simplemente totalmente fuera de servicio. Aunque al principio de la pandemia los Parques Nacionales fueron igualmente cerrados, la mayoría ya se encuentran abiertos al público y esto ofrece una oportunidad única de salir de vacaciones y admirar algunos de los tesoros naturales de lo Estados Unidos.
Un viaje por carretera puede ser divertido e instructivo sin necesidad de afectar seriamente la economía del hogar.
Desde el área del Metroplex se pueden visitar decenas de sitios interesantes viajando hacia el oeste, algunos de estos sitios ofrecen una experiencia inolvidable.
Hace muy poco tempo, tuve la oportunidad de llevar a un amigo extranjero en uno de estos recorridos. Un señor asiático ya mayor de edad, que al pararse frente al Grand Canyon, sólo pudo decir “ya me puedo morir.”
Esa expresión sintetiza la grandeza excepcional de uno de los monumentos naturales más importantes y majestuosos de los Estados Unidos. Y el Grand Canyon se encuentra a unas cantas horas del área de Dallas Fort Worth por carretera.

Creado por las aguas del Río Colorado durante un proceso que duró unos 17 millones de años, el Grand Canyon tiene una extensión de 277 millas de largo por 18 millas de ancho, llegando a alcanzar una profundidad de una milla en algunos puntos.
Antes de la llegada de los colonizadores, el área estuvo habitada por pueblos indígenas de América del Norte y para el 1540, un grupo de exploradores españoles visitaron la orilla sur, quedando admirados por la grandeza de algunas de las rocas las cuales describieron como mayores que las torres más grandes de Sevilla.
No fue hasta inicios del siglo XX, que el Grand Canyon, a pesar de la oposición de mineros y exploradores, fue declarado área de preservación gracias a los esfuerzos del entonces presidente Roosevelt. Unos años después, se creó el Parque Nacional del Grand Canyon.
Desde entonces el área se encuentra bajo protección federal.
El parque atrae anualmente a millones de visitantes nacionales y extranjeros. Usualmente el punto más accesible es la orilla sur ya que el acceso a la orilla norte, especialmente durante la temporada de invierno debido a la nieve.

Pero incluso con la enorme cantidad de visitantes diarios, es posible disfrutar de la presencia de venados y otros animales pastando a sólo unos metros de los visitantes.
Durante nuestra visita, el parque estaba casi desierto, con sólo unos cuantos visitantes. Esto nos ofreció una oportunidad única de disfrutar del Grand Canyon sin tener que cuidarnos muchos de la distancia social y con oportunidades de visitar las áreas más prominentes y tomarnos fotos a nuestro gusto sin tener que esperar por los oros turistas.
Cerca del parque hay alojamiento disponible a precios módicos y el parque ofrece diferentes actividades recreativas que van desde caminatas, paseos en tren, hasta rentar canoas para retar las corrientes del río Colorado.
La verdad es que las palabras no son suficientes para describir el maravilloso espectáculo que brinda el Grand Canyon y mi recomendación personal es que, por el menos una vez en su vida, no se pierda este increíble espectáculo natural.

Para llegar al Grand Canyon manejando desde Texas tiene que atravesar Nuevo México y Arizona y durante ese recorrido, hay una buena cantidad de sitios en los que vale la pena detenerse. En artículos posteriores, iremos describiendo algunos de ellos, incluyendo el parque de árboles petrificados, el cráter gigante que dejó un meteorito y el desierto de arenas blancas.

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