Cómo una obrera construyó su propia fortuna

Por Arnoby Betancourt

La increíble historia de cómo una niña humilde que dejó la escuela secundaria se convirtió en la mujer más rica de mundo.

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Dallas, Texas. Puede decirse con total certerza que Zhou Qunfei, quien por segundo año consecutivo es la mujer más rica del mundo, hizo su fortuna de la nada. Esta emprendedora fundó y desde entonces dirige Lens Technology, una compañía con sede en Changsha, que fabrica y abastece a marcas como Apple y Samsung de cubiertas de vidrio para teléfonos inteligentes y otros dispositivos móviles.

Hace muy poco tiempo, la revista Forbes valoraba la fortuna de Qunfei, de 47 años, por encima de los 9.000 millones de dólares; pero su historia no empezó en una cuna de oro ni sus finanzas fueron heredadas de un padre benefactor y poderoso.
Según sus biógrafos, Zhou creció en una granja, perdió a su madre a los cinco años, su padre quedó parcialmente ciego y perdió un dedo en un accidente laboral, lo que la obligó a abandonar la escuela secundaria a los 16 años para comenzar a trabajar en una fábrica de vidrios para relojes donde ganaba menos de un dólar al día. Trabajaba desde las 8 de la mañana en ocasiones hasta las 2 de la madrugada. Logró reunir un poco de dinero.
Justo cuando llegaba a la mayoría de edad, tenía lugar en China el esplendor de la liberalización de los mercados. De ahí que, en 1993, con 22 años y apenas unos pocos miles de dólares como inversión, haya fundado su propia compañía para la producción de los mismos vidrios de reloj, junto a algunos familiares.
Su entrada en el mercado coincidió, además, con la expansión de una política en el partido Comunista Chino que estimulaba la igualdad de género, una actitud que, según le contó al diario The New York Times el profesor del MIT y experto en la clase empresarial china, Huang Yasheng, “permitió que las mujeres florecieran cuando el capitalismo empezó a consolidarse”.
En 2015, cuando eclosionó el nombre y la figura de Zhou Qunfei, Rupert Hoogewerf, editor de la página web Hurun, dedicada al seguimiento de la riqueza en China, le dijo a la Australian Financial Review (AFR) que se trataba de “alguien que nadie en el mundo conocía un año atrás”, la protagonista de “una historia fenomenal”.
“Durante un período de rápido crecimiento económico en China, había muchas oportunidades para los empresarios, incluidas las mujeres -declaró ella misma a la AFR; eso me ayudó a desarrollar mi negocio”.
Fue la época en la que Deng Xiaoping declaró que “hacerse rico es glorioso”, una frase que caló muy profundo tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, ninguna mujer ha conseguido llegar al máximo organismo de poder, el Comité Permanente del Partido Comunista.
En contraste, actualmente el 21% de las empresas que cotizan públicamente cuentan con nombres femeninos en sus consejos de administración. Hace cuatro años ocupaban el 51% de los altos puestos de gestión.
“En la aldea donde crecí muchas niñas no tuvieron la opción de ir a la escuela secundaria. Se comprometían o se casaban, y que quedaban toda la vida allí”, relató en una entrevista con el Times en el 2015.
Mientras su negocio crecía lentamente a lo largo de unos diez años, un día de 2003 Zhou recibió una llamada de las oficinas de Motorola: buscaban a alguien que se atreviera a desarrollar un vidrio a prueba de arañazos para el nuevo modelo de teléfonos Razr V3.
“Recibí la llamada -rememora Zhou- y me dijeron: ‘Responda sí o no, y si la respuesta es sí, le ayudaremos a preparar el proceso’.” Y desde luego, la respuesta fue afirmativa. A partir de ese momento, la compañía empezó a recibir encargos de HTC, Nokia, Samsung, hasta que en 2007 llegó Apple, que se preparaba para lanzar el primer iPhone.
Con los fondos obtenidos, Lens Technology pudo invertir en más instalaciones y contratar a mejores técnicos. En cinco años, tenía plantas de fabricación en construcción en tres ciudades. Hoy, esta compañía tiene un valor aproximado de 11.000 millones de dólares, mientras que Bloomberg estima el patrimonio neto de Zhou en 9.200 millones de dólares.
Con al menos 32 fábricas en siete ubicaciones diferentes y más de 90.000 empleados, Zhou Qunfei vive entre Changsha, Hong Kong, San Francisco y Seúl. A pesar de su refinado estilo y de su preferencia por los trajes Christian Dior, muchos se preguntan qué hace con su fortuna la mujer más rica del planeta.
Detallista y práctica -una cualidad que reconoce que desarrolló al crecer pobre y con un padre medio ciego, Zhou tiene un hijo de un matrimonio anterior y otro con su actual esposo, con los cuales comparte cuando no está en las casi 18 horas diarias que le dedica a su negocio.
“Creo que es importante no dejarse llevar cuando tienes éxito, y no deprimirse cuando llegan los malos tiempos”, declaró hace un par de años esta emprendedora al Hunan Daily, el diario de la provincia que la vio nacer y crecer.
arnoby@elhispanonews.com

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