Trumpitis

Por Claudia Herrmann

"Me comprometo a ser Presidente para todos en Estados Unidos, pues eso es muy importante para mí. Para aquellos que escogieron no respaldarme en el pasado, les hablo a ustedes para (pedir) su guía, ayuda, para unificar a este gran país”. Trump

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El miércoles 9 de noviembre amanecí con un extraño malestar en mi cuerpo. Jamás había sentido algo igual. Era una pesadez difícil de describir. En un principio la atribuí a las escasas tres o cuatro horas de sueño que tuve. Pero fue mucho más que eso. Tuve una sensación de frío en el alma, como que algo confortante que había ahí se fue para no volver. Conforme pasaron las horas me sentí peor. No era un rudo despertar de una malograda inmersión en la ayahuasca, o una cruda después de un mal viaje psicodélico o psicotrópico. Fue una sensación de desesperanza. Como una premonición de que muchas cosas no serán como antes, y no para bien. De que un pesado y negro nubarrón que se cernió sobre mí. 

Acabé yendo con mi doctora de cabecera. Es una de esas mujeres que tiene una especial habilidad para curar almas enfermas y espíritus quebrantados. El diagnóstico fue contundente: “Tienes un severo caso de trumpitis. Y no eres la única que presenta estos síntomas, que además pueden ser variables en su intensidad”. “¿Y cuál es la cura?” le pregunté angustiada. Me murmulló con gesto sombrío que es una nueva enfermedad que acababa de diagnosticarse. La ciencia aún no ha descubierto la cura y mucho menos una vacuna eficaz.

Pero hay un paliativo, según lo que me informó la galena. El tratamiento consiste en realizar una trumpectomía. Es como un enema mental que se recomienda como parte del proceso de desintoxicación debido a la acumulación de las toxinas que llegamos a tener en la mente por la virulenta campaña electoral de este año. Es un tratamiento a largo plazo ya que se debe tomar todas las mañanas durante los siguientes cuatro años. Consiste en insertar una buena dosis de optimismo en nuestro cerebro. Se mezcla con dos cucharadas de valentía para defensa de nuestro organismo asediado por la enfermedad. Se debe añadir un vaso de perseverancia y agregarle una pizca de tesón y resiliencia. La doctora aclaró además que esta enfermedad es selectiva, ya que ataca específicamente a individuos hispanos y a quienes profesan la religión musulmana, aunque también puede agraviar a las personas afroamericanas.
De ninguna manera fue un consuelo, pero la doctora hizo hincapié en que esta enfermedad no se puede extender por más de ocho años, pero que sí tendrá una duración de cuatro años. Todavía no se sabe cuáles son los efectos de la enfermedad a largo plazo. Así mismo, la ciencia aún no ha logrado descifrar si la enfermedad se limitará al estado de ánimo de la población que no votó por Trump, o si será capaz de extenderse a la economía nacional e infectarla también. La enfermedad tiene la aterradora posibilidad de atacar severamente las economías de estados como Texas y California y en menor medida de Arizona. Una de las manifestaciones de la enfermedad puede consistir en la destrucción de las células sanguíneas del comercio entre estos dos estados y México, que las nutren y circulan por las arterias y venas de los mismos. Si la sangre deja de circular, las arterias y venas de Texas y California se podrán gangrenar y con ello poner en riesgo mortal al resto del cuerpo grande (Estados Unidos). Con ello también enfermarán las personas que habitan ahí.

La enfermedad, me explicó la doctora, también es selectivamente virulenta ya que ataca solamente a cierto tipo de individuos, mientras que a otros individuos les provoca un estado de euforia y éxtasis. A estas alturas aún no hay datos para poder determinar si este estado de euforia es de largo plazo, pero existe la probabilidad de que se trate de una falsa sensación de bienestar, la que al disiparse, podría provocar un estado de cruda moral y mental, con un cuadro sintomático muy similar al que yo he presentado en estos días.

Pero, como una nota esperanzadora, la doctora me comentó que la enfermedad no es mortal. La cura seguramente será el paso del tiempo.

Hasta la próxima y buena suerte. Claudia Herrmann es Presidente de la Asociación de Mujeres Empresarias y Profesionales de Dallas cherrmann@amepusa.org

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