Por mucho menos renunció el presidente Nixon

Por Arnoby Betancourt

La similitud entre Trump y Nixon no solo es por los escándalos, sino por la forma de actuar.

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ARNOBY BETANCOURT
Director de la
Escuela Comunitaria de Derechos Humanos de Texas

Dallas, Texas. El hecho de que el Presidente Trump despidiera a James Comey, el hombre que supervisaba la investigación para determinar si su propia campaña estaba en connivencia con la interferencia rusa en las elecciones del 2016, simplemente para detener la investigación, habría sido un flagrante abuso de poder al estilo Richard Nixon. 

El martes 9 de mayo en la noche, una de las limusinas de Donald Trump se detuvo frente al Edificio J. Edgar Hoover en Washington, donde funciona la sede central del FBI. Del auto salió uno de los guardaespaldas del magnate con una carta para el director de esa entidad, James Comey, que estaba en Los Ángeles. En pocas palabras, la misiva decía que Comey “no está en capacidad de liderar efectivamente el Buró” y le comunicaba su despido “con efecto inmediato”. Este se enteró de las malas noticias por CNN, mientras le hablaba a un grupo de subalternos en California.
No es usual que un presidente bote al director del FBI y mucho menos de una manera tan pública, humillante y escandalosa. Entre la clase política estadounidense existe el consenso de que, independientemente de su orientación política, los gobernantes deben dejar que los directores de las agencias de inteligencia cumplan su periodo, para que no se politicen. Solo que ahora las circunstancias son extremas.
Como se recordará, cuando era candidato Donald Trump echó mano a todos los trucos sucios para desprestigiar a su rival y felicitó efusivamente a James Comey, director del FBI, por enviar la carta que en últimas le dio la victoria el 8 de noviembre. “Hace falta ser valiente”, dijo Trump en su momento.
Pero como presidente, su actitud cambió diametralmente. Primero, al darse cuenta de que el FBI no estaba dispuesto a respaldar todas sus afirmaciones, como quedó en evidencia cuando Comey negó en marzo que Barack Obama le hubiera chuzado el teléfono al magnate. Y segundo, cuando entendió que la investigación del FBI sobre sus vínculos con Rusia iba en serio. De hecho, según algunas fuentes, los agentes de esa entidad ya le estaban respirando en la nuca.
A esa situación se suma que Comey debía testificar el jueves ante el Senado, pero tras perder su cargo su declaración quedó anulada. Además, según The New York Times, la semana pasada este le había pedido a Rosenstein aumentar el presupuesto para ese caso, pues la trama se estaba extendiendo y sus hombres no daban abasto.
Otro antecedente es que el Presidente Trump ya había obstruido las investigaciones sobre sus vínculos con Rusia. A principios de año, Trump despidió a la fiscal general encargada, Sally Yates, después de que esta le advirtió que su asesor de seguridad, Michael Flynn, no solo se había reunido varias veces con el embajador de ese país en Estados Unidos, Sergey Kislyak, sino que había mentido al respecto, por lo que el Kremlin podría chantajearlo.
A eso se agrega que el miércoles, o sea un día después de botar a Comey, el Presidente Trump recibió en la Casa Blanca al propio Kislyak y al canciller ruso, Sergey Lavrov, que en el colmo del cinismo fingió no estar al tanto del despido y comentó ante la prensa que “es muy degradante para los estadounidenses escuchar que Rusia está controlando la política interior de su país”.
El diario The New York Times revelo que el Presidente Trump le había pedido al jefe del FBI James Comey, que “abandonara” una investigación sobre el exasesor de seguridad nacional Michael Flynn. Ese pedido del presidente, que consta en un memorando confidencial de Comey citado por el diario, representaba una interferencia directa en una investigación en curso y una posible obstrucción de la justicia.
Y esto resulta relevante ya que, como agente del FBI así sea su director, las notas que se escriban son consideradas como evidencia en un caso. James Comey, al parecer, tomaba notas y las enviaba a altos funcionarios del FBI, quedando así radicadas todas las conversaciones sostenidas con el Presidente Donald Trump, como la de cuando le pidió detener la investigación sobre Michael Flyn.
Analistas y expertos en tan álgidos temas piensan que más allá de quebrantar el juramento de respeto y lealtad a la Constitución de EE.UU., el Presidente Donald Trump podría haber incurrido en una gravísima conducta de obstrucción a la justicia estadounidense. Ya legisladores demócratas, en una conferencia de prensa del Miércoles 17, han pedido que el Congreso de los Estados Unidos actué haciendo valer los altos intereses del pueblo estadounidense, ya que está en juego la Seguridad Nacional.
El problema para Trump ahora es que la historia está en una espiral completamente fuera de control. Debido a todo lo que ya sabemos sobre Trump, Comey y la investigación del FBI sobre Rusia, será prácticamente imposible que los líderes republicanos en el Congreso eviten buscar activamente el memorando de Comey, así como cualquier conversación grabada entre Trump y el exdirector del FBI.
El representante republicano de Utah, Jason Chaffetz, se sumó en una publicación en Twitter de este viernes al apetito de los legisladores por leer el memorando de Comey: “@GOPoversight va a obtener el memo de Comey, si existe. Tengo que verlo más pronto que tarde. Ya tengo el bolígrafo de mi citación preparado”.
arnoby@elhispanonews.com

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