“Con todos y para el bien de todos”

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Por Marcos Nelson Suárez
Hace unos días, conmemoramos con tristeza, un aniversario más de la muerte de José Martí en Dos Ríos, frente a las tropas colonialistas españolas.
La muerte prematura de Martí, un hombre de letras y de extraordinario pensamiento, debía ser motivo de reflexión para todos los cubanos, especialmente en el contexto de nuestra posición frente a la tiranía que impera en Cuba.
Martí se inmoló como consecuencia de las críticas de ciertos cubanos, también vinculados a la resistencia contra la colonia, quienes adujeron, erróneamente, que era fácil luchar desde el exilio sin el temor a perder la vida en el campo de batalla. Fueron esas críticas las que llevaron a Martí a desembarcar en Cuba, unirse a las tropas mambisas y finalmente haciendo caso omiso a los líderes que dirigían las tropas, lanzarse a caballo contra los soldados españoles.
Su muerte dejó a los cubanos sin la figura intelectual y política más importante del momento, cuando estábamos muy cerca de poner fin al dominio colonial español en el continente.
Hoy, en medio de la lucha por terminar con la dictadura impérate en nuestra patria, lamentablemente el factor más dañino para los cubanos es el divisionismo.
Para satisfacción del régimen imperante en La habana, seguimos fraccionados gastando esfuerzos en críticas y ataques entre aquellos que de una forma una otra, se enfrentan al sistema comunista.
Ninguno de nosotros en el exilio tiene la solución mágica para cambiar el estado imperante en la isla.
En Cuba, usualmen5te penetrados por el Departamento de la Seguridad del estado varios grupos e individuos enfrentan cada día al gobierno yn ellos merecen nuestro apoyo sin importar las soluciones que prediquen.
En el exilio, las redes sociales, a las cuales muchos cubanos tienen acceso, hay decenas de personas y grupos involucrados en llevar a Cuba información que el régimen le niega a sus nacionales.
Cada uno de estos grupos o individuos, contribuye de alguna manera con el fin de la dictadura.
Al final el mensaje tiene que ser unitario, “con todos y para el bien de todos” como proclamó el Apóstol.
Al final sólo en una Cuba libre y democrática, bajo elecciones, podrán el pueblo cubano decidir su futuro.
Mientras tanto, los ataques personales, sólo dan pie a divisionismos que sirven al régimen para mantenerse en el poder.
Nada de esto implica que ante lo mal hecho, lo torcido o corrompido, reciba el silencio cómplice. Pero cada cubano tiene el derecho de exponer sus puntos de vista y no necesariamente tener por ello que enfrentarse a los ataques, muchas veces más personales que de profundidad política, de quienes disienten.
Cuba primero debe ser el lema que nos guíe en esta jornada que ya resulta demasiado larga.

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