Después de casi cinco siglos de existencia de la Orden de los Jesuitas, fue elegido el pasado 24 de Febrero de 2017 el primer “papa negro” no europeo, el venezolano Arturo Sosa. Su magistral discurso ante una parte del cuerpo profesoral de la Universidad de Vidjajyoti en Delhi (India), merece toda su difusión por el mensaje que se extrae para el mundo de la educación. Tiene en su contenido y diseño esa combinación muy jesuita, pero exacerbada en este caso, entre la intelectualidad y la sensibilidad social a flor de piel.
Fue además expresado en su primera visita a la India y refleja el sentimiento de quienes hayan tenido la oportunidad de visitar ese magnífico país. Sin duda son muchas las lecciones que de allí se derivan. Destacó el crecimiento económico sostenido y su récord mundial, el importante desarrollo del sector servicios y en especial con uso de TIC, el énfasis en el desarrollo tecnológico tanto en educación como en la industria, el aprovechamiento efectivo e inteligente del comercio y la inversión internacional, todo lo anterior que, tal como lo anticipa la consultora internacional PwC, puede llevar a esta nación en el 2040 a ser la segunda economía del mundo, superando a los Estados Unidos y después de China.
No sobran los retos en varios frentes, como el proceso de urbanización acelerado, las necesidades en salud y saneamiento ambiental, la escasez del agua en buenas condiciones, la pertinencia de la educación, la transparencia, las enormes dificultades en materia de igualdad de género y en acceso a los menos favorecidos con igualdad de oportunidades, entre otros asuntos.
El discurso del superior de los jesuitas en India, aporto otras lecciones valiosas para el mundo educativo. El mensaje sobre la urgencia de una formación intelectual que logre un equilibrio entre humanidades, ciencias sociales y ciencias básicas, pero también a la necesidad de promover una formación integral en la que se logre una reconciliación entre los seres humanos y la naturaleza y en la que seamos capaces de formar jóvenes con un profundo sentido de justicia social que sean capaces de dialogar con diferentes culturas, ideologías y expresiones religiosas.
Propone también Arturo Sosa construir una era de la humanidad en la que caminemos hacia la justicia social, la defensa de la dignidad humana y la paz a través de la construcción de redes y alianzas estratégicas entre actores representativos de la humanidad. Y es un hecho, todos los días estamos descubriendo que problemas centrales de la sociedad, como la inequidad, la pobreza, el terrorismo, las migraciones masivas, el cambio climático, el consumo y la producción de drogas ilícitas, entre otros asuntos, requieren compromisos que nos desbordan como nación.
Finalmente, Arturo Sosa hace un llamado de cierre a que las universidades e instituciones educativas logren un sano equilibrio entre pensamiento y acción. “Actuar sin pensar se vuelve a menudo bastante inservible e incluso peligroso. El pensamiento desvinculado de la realidad de la acción social es también un ejercicio fútil y peligroso”.
Se trata entonces de que las instituciones educativas no descuiden el papel de estudio e investigación, pero ligado a las reales y profundas necesidades de la sociedad. De nuevo, de qué sirve estudiar las causas y complejidades del fenómeno migratorio en el mundo, si no somos capaces de dar una respuesta efectiva a un problema que lleva a indignidades en el trato a seres humanos que viajan desesperadamente en busca de más oportunidades para ellos y sus hijos. Muchas lecciones y reflexiones pueden lograrse al visitar India.
arnoby@elhispanonews.com
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