Desmitificar a México; reconocerse como Nación Transnacional

Por Luis de la Teja

La industria petrolera supone una riqueza nacional que en realidad no existe.

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Luis Manuel DE LA TEJA

Hace 40 años el priísta José López Portillo en su discurso de toma de posesión como Presidente de la República en 1980 exponía su plan de cómo llevaría a México al primer mundo y cómo sacaría de la pobreza a los marginados, a los desposeídos, a esos a los que el Estado les había fallado. 

México ocupaba el sexto lugar mundial como país exportador de Petróleo, con una producción de dos millones de barriles de crudo diarios, sentenció: “los mexicanos que han sufrido carencias ancestrales, ahora tendrán que aprender a administrar la abundancia”. Para 1982, último año de López Portillo, el país estaba en bancarrota. El peso sufrió una devaluación de más de 200 por ciento y se tuvo que decretar la paridad oficial. Durante su sexenio los altos precios del petróleo trajeron a las finanzas mexicanas más de 100 mil millones de dólares extras. Nada de eso había quedado.
Desde entonces, en el imaginario colectivo nacional, los mexicanos tenemos la idea que la riqueza nacional proviene de sus recursos naturales. Con esta idea se promovió al NAFTA como el mecanismo que palearía la pobreza.
El Banco Mundial, advirtió que el TLC no ha sido suficiente para lograr la convergencia económica con Canadá y Estados Unidos. Los sucesivos gobiernos mexicanos fallaron en establecer políticas públicas para optimizar el TLCAN.
Hoy día queda claro que TLCAN es un generador pero no el motor que impulse al desarrollo, pues es necesario invertir en educación e infraestructura. Queda claro a 22 años del TLCAN, no es ni puede ser el motor de la economía, y menos ahora en la era de la globalización, en que la económica del conocimiento y la circulación del talento constituyen la palanca para el desarrollo de los países progresistas.
El capital humano de la fuerza laboral mexicana esta devaluada en nuestro país y allende nuestras fronteras. Somos la economía 15 pero la 43 en Desarrollo Humano. En las encuestas, la percepción negativa que tienen los estadounidenses no difiere de la de los mexicanos. Nuestro país ha sido incapaz como escribe Federico Reyes Heroles “de detener las agresiones, deformaciones y francas mentiras de un solo individuo que ha sido capaz de desatar las fobias más burdas. Incapaces de explicar que la migración de mexicanos es un proceso finito que está llegando a su última etapa, que Estados Unidos ha necesitado de esa migración para el tránsito de sus trabajadores a otros estadios laborales; que la pirámide poblacional de la región de Norteamérica (EU, Canadá y México) se mantiene relativamente joven gracias a la contribución de los brazos mexicanos en la gran mayoría. Que muchos de los precios competitivos no sólo de los productos agroindustriales, sino también industriales de EU se deben a la mano de obra mexicana, que, le guste o no, en la historia contemporánea de su país hay un capítulo mexicano que explica, en parte, que sigan siendo la primera potencia del mundo.”
Los connacionales son doblemente vulnerables aquí y allá, las políticas públicas son deficitarias. Al separar en 2012 la Comisión de Migración de Población y Fronteras el Congreso Mexicano disoció la lógica de la integración del hemisferio.
Desaprovechamos, la visión de Robert Pastor para avanzar en la idea de América del Norte: Una visión de un futuro como continente, en el que el autor indujo a pensar en la región como algo más que una extensión geográfica, y visualizarla, en cambio, como una oportunidad de relacionarnos de manera distinta. Nuestro país es una nación en movimiento, trasciende los límites territoriales, es en suma una nación transnacional. Asumámoslo.
editorteja@yahoo.com

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