MEXICO.- Donde las olas rompen con un muro oxidado roído por la sal del océano Pacífico, inició la construcción del muro de Donald Trump: las vigas de la valla que dividen el mar, entre México y Estados Unidos están siendo reforzadas con malla de alambre. En playas de Tijuana, en el lado oeste del muro de más de 3 mil kilómetros que llega hasta Tamaulipas, el gobierno de Estados Unidos colocó una malla de 50 metros que corre encima del muro, del lado americano, que impide meter una mano, como acostumbraban muchos ciudadanos que se reencontraban.
La malla es parecida a la que se coloca como cerco para contener a las gallinas, aunque de un material fortificado que es difícil de doblar; sin embargo a pocos días de que se colocará ya hay un hoyo por donde entran corriendo los perros que son paseados por la playa, a Estados Unidos. Van y vienen cuando gritan sus dueños.
Es la ciudad fronteriza donde se han erigido dos muros desde la década de 1990, para impedir el paso de migrantes a la ciudad de California, una de las más ricas de Estados Unidos.
Uno de los mexicanos que viven al lado del muro muestra el sin sentido del deseo de Trump. La de Porfirio Hernández es la última familia residente de Tijuana, pegadita a la barda fronteriza que Donald Trump quiere ampliar, sin embargo, este carpintero, oriundo de Chiapas, tiene más sentido común y conocimiento del fenómeno migratorio que el nuevo presidente estadunidense.
Residente del Nido de las Águilas desde hace 17 años, Hernández Pérez dice que:
“Si el presidente quiere construir el muro, de todas maneras, la gente busca formas, y nada más aumentaría más el peligro de la ciudadanía, ya sea que puedan escarbar por debajo, o se subirán tirando algún lazo, alguna cosa para que puedan pasar, porque la gente no se puede detener, la gente no se puede detener.”
Como el último de los tijuanenses, Porfirio Hernández ha visto pasar frente a su casa a numerosos migrantes que buscan internarse a territorio estadunidense.
“Sí, muchísimos. A los que pasan aquí los dejan pasar, pero ya cuando van más o menos a mediados del cerro ya los atrapan, y algunos que no se quieren dejar agarrar vienen y hasta acá como a 100 metros se salen los migras por otro lado, y los vienen persiguiendo correteando hasta con helicóptero. En una ocasión llegó hasta ahí, cerca de la casa grande, y no se dejaba agarrar el mexicano, o no sé de dónde. Es porque pasa la gente, anteriormente pasaban casi a diario”, explica Porfirio
Reynaldo@elhispanonews.com
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.
Login Using:
Login with Facebook Login with Twitter