Por Marcos N. Suarez
Mientras los ataques rusos contra Ucrania ya llevan más de 14 meses y no se perfila cuándo el conflicto puede terminar, aumentan las posibilidades de internacionalización con la mayoría de los países de Europa del Oeste, apoyando con armamentos y dinero, al gobierno ucraniano.
El Kremlin posiblemente nunca pensó que la resistencia ucraniana fuera tan marcada y mucho menos que la reacción europea fuera tan negativa a sus intenciones de anexar a Ucrania.
En buena cantidad de capitales europeas, los símbolos de apoyo a Kiev son visibles hasta en edificios públicos.
Es difícil pensar que cuando Putin inició los primeros ataques militares en febrero del 2022, creyó que la guerra para anexar a Ucrania duraría tanto, especialmente después de la experiencia con la anexión de Crimea en 2014 que transcurrió sin mayor escándalo.
Con unas cuantas excepciones que incluyen a China comunista, prácticamente la mayoría del mundo civilizado se opone al uso de la fuerza para conquistar territorios. Si bien Ucrania fue parte de la desaparecida Unión Soviética, a la caída del imperio comunista, países desde Estonia hasta Ucrania reclamaron su derecho a ser independientes.
Y son precisamente algunos de los países que se separaron de la URSS quienes más temen estas jugadas del Kremlin porque temen que podrían ser el próximo blanco de Putin en lo que a todas luces para un intento de revivir el antiguo poderío dominado por Rusia.
Para muchos observadores la efectiva resistencia de Ucrania en contra de la agresión rusa, pone de manifiesto la debilidad militar de Moscú.
Mientras tanto, el apoyo de Europa a Kiev, ha permitido a Ucrania resistir las ambiciones rusas, al tiempo en que pone el conflicto ante la posibilidad de que se internacionalice.
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