MEXICO.- Por las últimas décadas, México siempre se distinguió por ser un territorio de tránsito para los cientos de miles de migrantes que trataban de llegar a los Estados Unidos. Una de las peticiones por muchos años de los migrantes centroamericanos era exigir un salvoconducto al gobierno mexicano para que pudieran transitar libremente para llegar a la frontera estadounidense.
De esa manera podrían desplazarse sin acudir a las bandas de traficantes que los amenazaban con asaltarlos, violarlos o secuestrarlos, para pedir una recompensa a sus familiares en el país del norte.
En el año pasado, centenares de migrantes provenientes de Africa y Haití llegaron al territorio mexicano para desplazarse a Tijuana y Mexicali en busca de las peticiones de asilo que el gobierno estadounidense estaba otorgando a ciudadanos de esas regiones.
Todo cambió después de noviembre del 2016. Con el triunfo electoral de Donald Trump y posteriormente su llegada a la presidencia, Estados Unidos adoptó una nueva política migratoria, cerró las vías que existían para el ingreso de miles de inmigrantes, ya sea de forma legal o indocumentada.
Este fenómeno, ha estado convirtiendo a México en un país de refugiados y no más de tránsito.
Las peticiones de asilo pasaron de 3 mil 424 en 2015 a 8 mil 781 en 2016, según la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).
El 86.6 por ciento de las peticiones provienen de ciudadanos de Honduras y El Salvador.
Para 2017, José Francisco Sieber, jefe en México de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), estima que se podrían alcanzar las 20 mil solicitudes debido a las políticas migratorias en Estados Unidos.
“Estos números lo que reflejan es que México, más que ser un País de tránsito, es cada vez más un País de asilo o de destino”, concluyó en una entrevista con EFE.
México, coinciden especialistas, se abre como una opción para las miles de personas que recorren cada año el territorio nacional rumbo a Estados Unidos y que ahora ven cómo esa nación cierra sus puertas con la cancelación, por ejemplo, de la política “Pies secos, pies mojados”, que protegía a los cubanos indocumentados que llegaban a ese país.
Esas medidas y la construcción de un muro a lo largo de toda la frontera ponen a México son un reto muy importante, señala Iraz˙ Gómez, coordinadora de Incidencia y Vinculación de la asociación civil Sin Fronteras.
“México está ante la oportunidad de dar una respuesta distinta, integral, y sobre todo, una respuesta que necesita una congruencia con lo que nosotros le estamos pidiendo a EU: Que no discrimine, que no excluya a la población migrante”, señaló.
Advirtió que el Gobierno mexicano se ha centrado en responder sobre los migrantes deportados por Donald Trump, pero no en una estrategia integral para la población refugiada, para enviarla, por ejemplo, a ciudades que en crecimiento como Aguascalientes o San Luis Potosí.
En 2016, México otorgó protección a 2 mil 722 solicitantes, es decir, al 52 por ciento de las personas con el procedimiento concluido, mientras que en 2015 recibió a 39 por ciento.
En un reporte de 2015 sobre los menores que cruzan el País sin compañía, Human Rights Watch advirtió que los niños no recibían información sobre su derecho al asilo humanitario.
Además de esta creciente crisis, México se encuentra enfrentando el posible retorno de cientos de miles de connacionales lo que traería, aunado a la crisis económica que atraviesa el país, un “tsunami” que convertiría este país en un caos.
Reynaldo@elhispanonews.com
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