Los debates presidenciales, lo que queremos y lo que deseamos los latinos

Por Arnoby Betancurt

Si Trump gana en noviembre, va a tener que encontrar una forma de liderar un país donde muchos piensan que él es racista, sexista y poco civilizado.

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Para nadie es un secreto que los dos debates presidenciales que se han efectuado entre el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton han provocado gran polémica alrededor del mundo.

El tono, la intensidad y los ataques a que se han visto sometidos ambos candidatos nos llevan a varias reflexiones. Por una parte, para nosotros, los latinoamericanos, nos hacen preguntarnos la razón por la que no tenemos este tipo de confrontación entre los candidatos a la presidencia de nuestro país. Por el otro, nos sorprende el lenguaje y acusaciones que se expresan en cada uno de ellos.
Amenazas de meter uno al otro a la cárcel, acusaciones de acoso sexual, menosprecio de género, mentirosos y tantos y tantos otros. Muchos nos preguntaremos, ¿estamos escuchando al próximo presidente de Estados Unidos?
En México, he escuchado un sinfín de opiniones de politólogos y analistas en las que expresan su deseo de ver este tipo de debates en ese país. Al contrario de lo que Trump y Clinton nos han demostrado, en México se evita que un candidato se dirija a otro directamente, cualquier opinión debe de hacerse a través de un moderador. Esto, para prevenir ataques personales que “menosprecien la agenda nacional”.
Como mexicano, creo que sería saludable tener una discusión, si bien moderada, en donde los candidatos puedan verse a los ojos y expresar lo que crudamente piensan uno del otro.
Es bueno que la ciudadanía pueda palpar el carácter de los candidatos, algunos de esos rasgos bien se pudieran ver reflejados en la manera de gobernar.
Recordemos en México, durante la elección presidencial de 1994 en donde el candidato panista, Diego Fernández de Cevallos, con su estilo bronco, de leguleyo se ubicó a la cabeza de los votantes muy arriba de un opaco candidato priísta, Ernesto Zedillo.
El sistema, la negociación o como usted quiera llamarle, tuvo que sacar de la actividad al panista conocido como “El Jefe” para poder darle oportunidad a Zedillo.
Otro ejemplo fue el triunfo del otro panista, Vicente Fox, que con su estilo campirano, con botas vaqueras y pantalones de mezclilla, logró su triunfo en base a la manera en que se comunicaba con la gente.
Quizás, lo que no quisiéramos o pusiéramos en duda, es el límite de los ataques.
El hecho de que un candidato amenace al otro con ir a la cárcel no es sinónimo de civilidad.
Creo que América Latina merece sacar lo mejor de la práctica de los debates que se llevan a cabo en Estados Unidos. Los récords de audiencia así lo muestran.
Reynaldo@elhispanonews.com

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