Dallas, Texas. Leyendo un documento del Banco Mundial sobre Crimen y Violencia en Centroamérica encontré esta afirmación: “La esperanza de Centroamérica de renacer tras el fin de las guerras civiles se ha visto sumergida bajo un torrente de violencia que ha inundado a El Salvador, Honduras y Guatemala y comenzó a amenazar a Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Además del dolor y el sufrimiento que han vivido las víctimas, el crimen y la violencia imponen un alto costo, desviando las inversiones, reduciendo el crecimiento económico, y debilitando la confianza en las frágiles democracias de la región”.
“Entre los factores clave generadores del crimen y la violencia en la región, están el tráfico de drogas, la violencia juvenil y las maras, la masiva disponibilidad de armas, y como factor agravante se destacan las debilidades de las instituciones de la justicia penal. Y los sistemas de la justicia penal de diversos países de la región han sido profundamente corrompidos por el tráfico de drogas, permitiendo a los traficantes aprovechar las debilidades institucionales, y el enfoque de mano dura ha demostrado ser ampliamente ineficiente y posiblemente contraproducente”.
Según el último informe de Médicos Sin Fronteras (MSF) “la violencia experimentada por la población del Triángulo Norte de Centro América no es diferente de la que se vive en un país en guerra. Se asesina con impunidad, los secuestros y la extorsión son cotidianos, las bandas criminales propagan la inseguridad y reclutan por la fuerza a individuos para engrosar sus filas, y la violencia sexual se utiliza como una herramienta de intimidación y control”.
La encuesta aleatoria a 467 migrantes y refugiados que hizo Médicos Sin Fronteras reportó que casi el 40 % de los entrevistados mencionó, como principal causa de la huida, el haber sufrido -ellos o sus familias- ataques directos, amenazas o extorsión, o haber sido blanco del reclutamiento forzoso por parte de bandas criminales. Por si fuera poco el 43,5 % de los encuestados manifestó haber perdido algún familiar en un incidente violento en los dos años anteriores a la huida.
De hecho, un estudio mundial sobre homicidios realizado en 2013 por la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD) sitúa a Honduras y El Salvador en la primera y cuarta posición, respectivamente, de la lista negra de países con las mayores tasas de asesinatos. Se estima que, en los últimos diez años, unas 150.000 personas han sido asesinadas en el “TNCA”. Eso significa que en el Triángulo Norte de Centroamérica se encuentran algunas de las sociedades más violentas del mundo.
Es por esta razón que unas 500.000 personas del TNCA entran cada año a México para escapar de la pobreza y la violencia, según los datos del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Es tal la crisis humanitaria que para Médicos Sin Fronteras “En EE.UU. deben cesar también de inmediato las deportaciones sistemáticas de los ciudadanos procedentes de esta región, y ampliar el acceso de migrantes y refugiados a servicios médicos, psicológicos y de atención a víctimas de la violencia sexual”.
arnoby@elhispanonews.com
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