La respuesta de “unidad” de las fuerzas políticas al llamado del Presidente Enrique Peña Nieto, deberá traducirse en una reingeniería institucional para empoderar a nuestros connacionales allá y hacer exitosos a sus familiares acá. Crear el Instituto Nacional de Políticas de Atención a Mexicanos en el Exterior y sus familiares en México, promesa incumplida en campaña de EPN, sería la señal inequívoca de reconocer que nuestro país es una Nación Trasnacional, cuya debilidad estructural es estar dividido. Y no asumir que la responsabilidad es nuestra.
Es un hecho que Trump va a trastocar las bases en la que se ha sustentado el precario crecimiento de México en los últimos lustros. Nuestro país apostó al TLC para fincar su modelo de crecimiento. Trump apostó a suprimirlo para llegar a la Casa Blanca. La critica a la globalización que Trump eligió son los tratados de libre comercio, como el epicentro de la debacle estadounidense, según él, esos acuerdos permitieron a las empresas norteamericanas trasladar sus plantas a países donde se paga migajas a la mano de obra, en el caso de México y de esa forma hirieron mortalmente al obrero industrial norteamericano. Washington al dejar que EU se inundara de extranjeros indocumentados y mal pagados -11 millones- dejo que los patrones eliminaran empleos aceptablemente remunerados para millones de gringos de cepa.
Hay que reconocerle a Trump, que como líder, supo entender muy bien el despertar y movilizar con éxito, desde la extrema derecha, las frustraciones sociales producidas por los excesos de un capitalismo neoliberal y global igualmente brutal. Un reciente estudio titulado ¿Quién se beneficia más de la globalización? elaborado por la Fundación alemana Bertelsmann, revela que los mexicanos se reflejan en el mismo espejo del Trumpismo, de las ciudades pequeñas, damnificadas de los beneficios de la globalización, entre amplios sectores afectados de la población que tras la firma del Tratado de Libre Comercio, que se vendió como una solución para frenar la emigración, dividió al país en un norte prospero asociado a la manufactura y un sur rezagado.
Un tema que resonaría positivamente en el equipo de Transición del Presidente electo Trump y de la base republicana, como punto clave de negociación es: ¿Qué hace México para corregir las causas que provocan la emigración forzada y generar desarrollo ?Ante la ONU México propuso centrar la contribución de los migrantes a sus comunidades de origen y destino. Es hora de ponerlo en hoja de ruta desde México.
No hay que olvidar la respuesta que dejo atónita a Hillary en una reunión con Federaciones mexicanas ante la pregunta del ¿Por qué siendo la comunidad mexicana en los Estados Unidos, la primera minoría más densamente poblada, era la peor organizada?. Los lideres connacionales contestaron que: “A la elite política y empresarial no le interesa el destino de la población pobre mexicana que emigro al norte”. Desde 1942, los mexicanos hemos vivido mirando al norte. Los pobres encuentran el destino que servirá de sustento para sus familias; por necesidad están dispuestos a jugarse la vida para conseguir un trabajo y vivir a la sombra. Pero Estados Unidos no solo es destino de los mexicanos pobres. Las elites educadas también lo eligen. La clase rica y educada estudia allí sus posgrados, quienes constituyen nuestra red de inteligencia. Es tiempo de asumirnos como una Nación Transnacional, y que el Presidente Peña Nieto instale y convoque al Consejo Consultivo de Mexicanos en el Exterior.
editorteja@yahoo.com
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