EN PERSPECTIVA
Por: Claudia Herrmann
02-12-18
FRAUDES Y ROBOS
He advertido acerca del peligro que representan para nuestro patrimonio y hasta salud emocional, financiera y física las estafas de criptomonedas. También la tecnología que evoluciona a un paso vertiginoso tiene un lado obscuro. Cada día se advierten de nuevos riesgos de que nuestra información, guardada, expuesta y vulnerable en la “nube” del ciberespacio, sea “hackeada” o robada por personas sin escrúpulos que nos privan del acceso a nuestra información para después solicitar dinero de “rescate” para liberarla.
Si usamos computadoras, teléfonos inteligentes o tabletas, obvio resulta decir que la mejor práctica es respaldar nuestra información en un medio físico al que sólo nosotros tengamos acceso, es decir, un disco duro externo de alta capacidad. Sí, es laborioso sentarnos cada semana, o cada tres o cuatro semanas durante horas para copiar nuestros archivos que contienen música, fotos y documentos, a un disco duro. Sin embargo, en caso de que alguien ingrese sin autorización a nuestros aparatos y los secuestre, en un caso extremo de hackeo, se puede borrar en su totalidad el aparato y volver a cargar toda la información respaldada. De tal suerte, el daño se minimiza.
Las empresas de servicios de almacenamiento hacen alarde de la seguridad de la información que se vierte en sus “nubes”. Yo soy un tanto escéptica, porque la realidad ha demostrado que ni siquiera el mismísimo Pentágono está a salvo de los ataques de un tenaz hacker. Cabe recordar que algunos de los que han logrado penetrar en las miles de capas de seguridad del Pentágono no son más que adolescentes, genios de la informática, que ven la penetración de los más recónditos secretos de inteligencia, ofensa y defensa militar como un mero juego. Otros lo hacen con intenciones más obscuras. Los medios nos han informado de ataques y robos de la información de millones de tarjetas de crédito en empresas tan grandes como Home Depot y hasta bancos e instituciones de monitoreo de crédito como Equifax, que supuestamente cuentan con la mejor ciberseguridad en el mundo.
Nosotros como personas individuales podemos adquirir discos duros externos de respaldo específicamente diseñados para guardar la información que vertemos en nuestros teléfonos celulares: contactos, música, fotos y documentos que generamos, recibimos o descargamos de “apps” o aplicaciones.
En cuanto a la protección de nuestra información con “passwords” o claves de acceso, algunos expertos recomiendan generar claves de 20 o más caracteres aleatorios, con símbolos y letras escritas en minúscula y mayúscula, números que representan letras (p.e. el número 3 que sustituye a la letra B o E invertida) para hacerle la vida más difícil a un potencial hacker. Otros expertos, empero, aseguran que estos ejercicios son fútiles y que de todos modos un hacker medianamente versado puede darle la vuelta hasta al más críptico password.
Otros casos de fraude son los cometidos por los mismos familiares. De acuerdo con información de AARP que cita un estudio realizado en Utah, el abuso financiero en contra de personas de edad avanzada es cometido primordialmente por personas del círculo inmediato de las víctimas (a razón de $116,000 en promedio), por familiares ($148,000 en promedio) y por los propios hijos ($262,000 en promedio). Debido a que las víctimas son muchas veces incapaces de hacerse cargo de su vida financiera, sea por enfermedades debilitantes como embolias o por condiciones como Alzheimer o demencia senil, éstas otorgan a sus hijos o familiares poderes amplios para actos de administración que facultan a estos últimos tener acceso a las cuentas bancarias, de ahorro, instrumentos financieros y hasta a las mismas viviendas de las víctimas. Lamentablemente son muchos los casos en donde los propios familiares dejan a sus adultos mayores desvalidos y en la calle. Así que es importante que los hijos protejamos a nuestros padres si éstos ya no tienen la capacidad de manejar sus finanzas.
Así como existen agencias gubernamentales encargadas de la protección de menores, los Servicios de Protección de Adultos (Adult Protective Services), APS por sus siglas en inglés, www.napsa-now.org pueden asesorar a las víctimas en caso de robo o fraude cometido en contra de éstas. En un caso claro de robo, es imprescindible reportarlo a la policía, si bien un problema común es que los policías no están capacitados para identificar el delito por tratarse de familiares de las víctimas.
Hasta la próxima y buena suerte. Claudia Herrmann es Presidente de la Asociación de Mujeres Empresarias y Profesionales de Dallas cherrmann@amepusa.org
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.
Login Using:
Login with Facebook Login with Twitter