Dallas, Texas. En un documento producido por las investigadoras Nadia Justel y Verónica Díaz Abrahan, se puede leer que los mecanismos neurales involucrados en la percepción y producción de la música generan una gran cantidad de preguntas acerca de la neurociencia cognitiva, ya que la música realiza demandas únicas al sistema nervioso.
El entendimiento de este fenómeno podría llevar a revelar aspectos particulares de nuestra función neuronal. Por ello, durante los últimos años la música ha sido cada vez más utilizada como una herramienta en la investigación de la cognición humana y los mecanismos cerebrales subyacentes. Ella se relaciona con varios dominios cerebrales y por ende, es una herramienta ideal para estudiar cómo el cerebro humano funciona.
Para la neurociencia, uno de los temas de investigación más interesantes es la forma como cambia el cerebro con la práctica musical. Y es que tocar un instrumento musical, como el piano o la guitarra, así como cantar a nivel profesional, conlleva una gran entrada de estímulos sensoriales y motores que generan un incremento de la actividad cerebral en áreas como la corteza auditiva, la corteza somato-sensorial y la motora. Pero además, en el entrenamiento musical también es fundamental la percepción del propio cuerpo.
Un estudio publicado recientemente en la revista “Human Brain Mapping” demostró que la práctica musical también genera cambios a nivel de la organización de las redes neuronales, tal vez para reducir los tiempos de integración sensorial durante la práctica musical y así, mejorar el tiempo de reacción o ejecución del artista al tocar un determinado instrumento.
Para adelantar el estudio, investigadores de la Universidad de las Illes Balears (UIB) centraron su atención en la ínsula, o corteza insular, una parte del cerebro que procesa la información proveniente de los globos oculares, para producir un contexto emocionalmente relevante para la experiencia sensorial. La ínsula juega además un importante papel en la integración sensorial, o integración de los sentidos.
En colaboración con investigadores de la Universidad Ramón Llull y de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), los investigadores estudiaron la conectividad de esta región con otras áreas del cerebro mediante el uso de la resonancia magnética, una técnica de imagen que permite medir los cambios metabólicos que ocurren en el cerebro.
Se comparó el cerebro de los músicos y de los no músicos, y se observó que los primeros tenían un incremento de la conectividad entre la ínsula y regiones relacionadas con la detección y el procesamiento de estímulos, procesamiento de información y el control, así como con el sistema de recompensa y procesamiento emocionales.
A su vez se observó que los músicos con más experiencia tenían una mayor conectividad con regiones del cerebro básicas para la práctica musical como aquellas relacionadas con el procesamiento sensitivo-motor, así como las del procesamiento auditivo y visual.
Si bien estos resultados expanden los conocimientos que se tienen acerca del incremento de la percepción sensorial en músicos profesionales, no son los primeros en su tipo. Un estudio previo realizado en la Universidad de Tübingen, Alemania, demostró que los músicos profesionales tienen aumentada la percepción de la información corporal, técnicamente llamada interocepción, en comparación con personas sin ningún tipo de entrenamiento musical.
Ambos resultados sugieren, de manera indirecta, que las regiones del cerebro implicadas en la detección e integración sensorial podrían estar también experimentando cambios plásticos debido a la práctica continúa con el instrumento musical.
arnoby@elhispanonews.com
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