Por Marcos Nelson Suárez
No hay ejemplo más claro de fanatismo político que lo que está viviendo en México después de la elección de Manuel López Obrador como presidente.
Presentado como un salvador por sus seguidores, AMLO, como se le conoce por, es intocable. Cualquier periodista que cuestione sus actos de inmediato es denunciado, especialmente en las redes sociales como chayotero, vendido, y otros adjetivos no publicables en un periódico.
López Obrador es parte de una ola reciente de toma de poder en América Latina, de partidos o presidentes de izquierda, como es el caso de Brasil, entre otros.
Admirador del dictador Fidel Castro, López Obrador a tomado cuestionables medidas incluyendo la violación del principio constitucional mexicano de la no intervención, cuando se produjo la destitución del presidente izquierdista de Perú, Pedro Castillo.
Los fanáticos no parecen entender que la tarea de un periodista es cuestionar a los gobernantes y exigirles explicaciones.
López Obrador tiene una mayoría de seguidores en el pueblo mexicano, por sus promesas de ayudar a los pobres, quienes han sido explotados desde mucho antes de la Revolución Mexicana que llevó al poder al PRI.
Todos los gobiernos usaron la retórica de eliminar la pobreza, pero ninguno tomó las medidas necesarias para lograrlo, en un país donde la cultura de la corrupción echó fuertes raíces. Ahora, junto a esa misma corrupción hay otro enemigo tan o más fuerte, el narcotráfico. Desde que llegó López Obrador al poder con la consigna de Abrazos no Balazos, la cantidad de ejecuciones y muertes atribuidas a los narcos, casi se han doblado.
De acuerdo al diario El País, de España, “Un total de 34.579 asesinatos en un año, 94 cada día, casi cuatro cada hora, uno cada 15 minutos. Éstos son los datos registrados por la Secretaría de Seguridad Pública desde el 1 de diciembre de 2018, día en que López Obrador asumió la Presidencia de México, hasta el pasado 30 de noviembre de 2019. La ‘Pax Narca’ decretada por el nuevo Gobierno parece haber tenido un efecto contrario al deseado y, aunque para muchos sea prematuro sacar conclusiones, las perspectivas son desoladoras.”
López Obrador se ha metido en proyectos multimillonarios y controversiales como el llamada “Tren Maya” y el nuevo aeropuerto, entre otros. Y es crítico constante de los medios de difusión que se atreven a cuestionar algunas de sus medidas.
Igualmente se ha aliado con las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, buscando una supuesta unidad Latinoamericana que desde siempre ha sido un fracaso.
Por otra parte de acuerdo a la Revista Forbes, En México existen 9.4 millones de mexicanos en condiciones de pobreza extrema, es decir, que disponen de un ingreso tan bajo que no pueden adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana; pero este nivel de carencias en un sector de la población habrán sido erradicados para el final del sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Al menos esa es la meta establecida en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024, presentada el pasado 30 de abril a los integrantes de la Cámara de Diputados. “Nadie padecerá hambre, la pobreza extrema habrá sido erradicada, no habrá individuos carentes de servicios médicos o de medicinas y los adultos mayores recibirán pensiones justas y podrán vivir sin estrecheces materiales”, se puede leer en el documento. Para Rogelio Gómez, coordinador del organismo Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, resulta un punto positivo que el PND se fije la meta de erradicar la pobreza extrema misma que resulta viable si se articulan medidas de desarrollo económico, evitar la precarización de los empleos y salarios, además de la puesta en marcha de los tan anunciados programas sociales del gobierno de AMLO.”
Esto es muy positivo y habría que ver los resultados.
Por ahora, mientras AMLO no intente modificar la Constitución para reelegirse presidente, hay que darle la oportunidad de trabajar y tratar de cumplir el Plan Nacional de Desarrollo.
Pero, sería el único izquierdista Latinoamericano que no trata de perpetuarse en el poder. Sólo resta esperar otros dos años.
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