Demócratas desorientados

Por Claudia Herrmann

Lo sdemocratas se empecinan en hablarle a su base dura en lugar de dirigirse a la población en general, la que les dio la espalda el 9 de noviembre.

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Claudia Herrmann
Presidente de la
Asociación de
Mujeres Empresarias y Profesionales de Dallas

La base del partido demócrata está desorientada, desconsolada y descentrada después del descalabro que sufriera el 9 de noviembre de 2016.  No sólo vieron a su candidata perder la presidencia ante un bufón narcisista con mucho más dinero que sentido común, sino que además perdieron vitales escaños legislativos en aquellos estados que típicamente son la médula del partido y que desde tiempos inmemoriales eran base del voto duro demócrata.

En 2017 la peor de sus pesadillas se hizo realidad: el bufón narcisista del que se burlaban y que no podían concebir como un contendiente real está atornillado en la silla grande. Son minoría en el Senado y en la Cámara de Diputados. De los cincuenta estados, los republicanos controlan 32 legislaturas estatales y cuentan con 33 gobernadores. La derrota demócrata fue apabullante. Con el poder firmemente amarrado a nivel presidencia, legislatura federal, gubernaturas y pronto la Suprema Corte de Justicia, los republicanos han adquirido más poder desde que Herbert Hoover fuese elegido Presidente en 1928.

Los demócratas están en el hoyo. Pero de alguna manera tengo la impresión de que aún no están conscientes de ello. No despiertan de su sueño (o pesadilla). Se empecinan en hablarle a su base dura en lugar de dirigirse a la población en general, la que les dio la espalda el 9 de noviembre. En lugar de tomar posturas centristas y de lógica común, estridentemente se aferran a causas que el público en general percibe como demasiado liberales, absurdas, extremas, hasta “comunistas”, si bien este término ya es muy demodé.

Una muestra sirve de botón. La población adulta transgénero, según un estudio publicado por el New York Times en 2016, es de 1.4 millones de personas, dentro de un universo de los más de 324 millones de seres humanos que habitamos en Estados Unidos. Es decir, no pasa del 0.3 por ciento de la población total. Luego entonces, ¿por qué tenemos que sufrir discusiones diarias en la primera plana de los periódicos, manifestaciones y estridentes diatribas en redes sociales que han hecho suyas los demócratas, sobre el “derecho” de las personas transgénero de invadir los baños públicos de las personas del sexo que no corresponde al de su nacimiento? ¿Significa que si amanezco mañana con la infatuación de que necesito identificarme con mi lado masculino – ponerme ropa de hombre, pegarme bigote y barba- y porque quiero tener la experiencia de usar un mingitorio público, puedo invadir ese espacio íntimo reservado a los hombres? ¿Really?

¿En verdad no hay cosas más importantes en qué fijar la atención? Cosas como las crecientes negativas de las autoridades estatales de Texas para liberar información que piden particulares conforme a la Ley de Libertad a la Información (FOIA por sus siglas en inglés), y que es su obligación legal de dar a los peticionarios. Este tipo de actos fomentan la opacidad y la corrupción, pero no veo donde están las señales de alarma pública y las voces demócratas para obligar a las autoridades a cumplir con la ley.

Cosas como la tendencia del gobierno federal de hacer desaparecer estudios y datos estadísticos de importancia de los portales públicos que controla. Cosas como el intento de legislar para minar los derechos de libre expresión y congregación de los ciudadanos.

Los demócratas deberían implementar otras estrategias para lidiar con la mayoría republicana. Por ejemplo, en las propuestas legislativas que tienen sentido común y de obvio beneficio para la población, deberían trabajar con los republicanos y aprobarlas por el bien de sus electores. Es hora que comiencen a buscar a un candidato fuerte que pueda ser una fuerza de oposición real para el gobernador Greg Abbott que va a buscar su reelección en 2018. A año y medio de distancia de las primarias estatales, aún no tienen un candidato viable. Ciertamente alguien que evite un descalabro como el de Wendy Davis, quien perdió por más de veinte puntos ante Abbott en la contienda por la gubernatura. Es hora que los demócratas hagan un ejercicio de reflexión e introspección y reinventen su partido para ser una fuerza real de oposición en las elecciones intermedias de 2018 y las presidenciales de 2020. Es hora que los demócratas centristas retomen las riendas de su partido.

Hasta la próxima y buena suerte. Claudia Herrmann es Presidente de la Asociación de Mujeres Empresarias y Profesionales de Dallas cherrmann@amepusa.org

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