MEXICO.- Las dinastías en América se acabaron hace tiempo. En el club de Coapa no se vislumbra una nueva herencia genética que pueda emular las glorias del pasado, como ocurrió en su momento con Zague padre e hijo o como sucedió en su archirrival, Guadalajara, con los casos de la Javier Hernández, Marco Fabián, Omar Arellano y antes con la familia De la Torre.
En las Águilas no hay hoy en día un vástago de algún relevante ex jugador azulcrema que pudiera extender la mística del americanismo que se contagió de la década de los 70 a la de los 90, a través de José Antonio Roca, Carlos Reinoso, Cristóbal Ortega, Alfredo Tena, Juan Antonio Luna y el propio Zague o Antonio Carlos Santos.
Lo más cercano en ese sentido fue cuando el hijo de Tena, Omar quiso florecer en el seno americanista, pero no prosperó su estadía.
En ese tenor, otros clubes comenzaron en el presente milenio a aquilatar las descendencias de jugadores, con niveles diferentes, pero al menos con la fuerza para llegar a un primer plano.
En el caso de las Chivas, aparecieron Omar Arellano, delantero e hijo del mediocampista del mismo nombre y nieto de Raúl “La Pina” Arellano; Marco Fabián, cuyo padre Marco Antonio fue campeón en La Fiera del León, y Javier Hernández, en la segunda generación del “Chícharo”.
Incluso en Pachuca ya figura Juan José Calero, hijo del difunto portero Miguel.
Pero en América, después de 31 años del surgimiento de Zague hijo, aún se esta· a la espera de que nazca quién pueda alargar el imperio.
Reynaldo@elhispanonews.com
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